Una pareja, a medio camino entre falsificadores y ángeles de la guarda, ha dedicado su vida a hacer “felices” a sus vecinos. Los observan haciendo guardia en la ventana o la mirilla, como si de un microscopio se tratara. El edificio entero es su laboratorio, pero sus ratones tienen nombres y vidas. No saben muy bien cómo empezó todo, pero en algún momento decidieron reescribir una postal dirigida a uno de sus vecinos que cayó en sus manos, para “mejorar” su contenido. Desde entonces, y embriagados por la sensación de estar haciendo el bien, no han dejado de abrir cartas, paquetes, facturas… manipulando la información y la realidad con el fin de procurar el bienestar de la comunidad.

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